El siglo XX: Nuevas fronteras, nuevos retos
Tras la Primera Guerra Mundial y el colapso del Imperio Otomano, los kurdos tuvieron la oportunidad de crear su propio Estado. El Tratado de Sèvres de 1920 preveía la posibilidad de crear un Estado kurdo en el territorio del antiguo Imperio Otomano. Por desgracia, este tratado no se aplicó y fue sustituido por el Tratado de Lausana (1923), que estableció nuevas fronteras en Oriente Próximo sin incluir un Estado kurdo. Como consecuencia, los kurdos quedaron divididos entre Turquía, Irán, Irak y Siria, donde permanecen hasta hoy.
Para los kurdos, este periodo marcó el comienzo de una difícil lucha por el reconocimiento y la preservación de su propia identidad en cuatro países diferentes. Los intentos de conquistar la autonomía o la independencia se toparon con una fuerte represión, especialmente en Turquía e Irán, donde las autoridades aplicaron una política de asimilación y prohibieron el uso de la lengua kurda y la manifestación de distintivos culturales.