• Los kurdos son uno de los pueblos más antiguos de Oriente Próximo.

  • Su historia se remonta a miles de años y está estrechamente ligada a la historia de Mesopotamia, así como al destino de otros pueblos que vivían en la región.

Las antiguas raíces de los kurdos

Los orígenes de los kurdos siguen siendo objeto de investigación histórica, pero muchos estudiosos coinciden en que sus raíces se remontan a antiguos pueblos indoeuropeos que llegaron a lo que hoy es el Kurdistán alrededor del tercer milenio a.C.

Los antepasados de los kurdos pueden haber sido tribus como los medos, que en el siglo VII a.C. crearon un poderoso estado en lo que hoy es Irán. Los medos desempeñaron un papel clave en la historia de la región, sobre todo al colaborar con los babilonios para derrocar al imperio asirio.

Algunos historiadores señalan también una conexión entre los kurdos y los hurritas y mitanios, antiguos pueblos que habitaban Mesopotamia y las regiones septentrionales de los actuales Irak y Siria. Estas culturas estaban muy desarrolladas y su presencia influyó en civilizaciones posteriores.

En última instancia, el vínculo exacto entre los kurdos y estos grupos antiguos es difícil de establecer, ya que las migraciones de los pueblos y las influencias culturales en esta parte del mundo fueron extremadamente complejas.

Periodo de dominación por los imperios y de asimilación

A lo largo de los siglos, las tierras habitadas por los kurdos estuvieron bajo el control de sucesivos imperios, como el persa, el romano, el bizantino y el árabe. En el siglo VII, con la expansión del Islam, los kurdos se vieron sometidos a una fuerte influencia árabe y muchos abrazaron el Islam, aunque conservaron una identidad cultural y lingüística propia. A pesar de verse envueltos en la cultura islámica, se mantuvieron fieles a su carácter distintivo y no renunciaron a sus sueños de autonomía durante siglos.

Durante la Edad Media, en el siglo XII, una figura kurda destacada fue Saladino (Salah ad-Din), el famoso líder y fundador de la dinastía ayubí, que se convirtió en un símbolo de valor y honor en la lucha contra los cruzados. Su figura sigue siendo considerada un héroe nacional por los kurdos en la actualidad, aunque el propio Saladino se centró más en unir a los musulmanes que en la idea de la independencia kurda.

Los kurdos bajo el Imperio Otomano y los safávidas

Desde el siglo XVI, las tierras del Kurdistán han estado en la frontera entre dos poderosos imperios rivales: el otomano y el persa (safávida). Los kurdos se encontraban a menudo en zonas de conflicto entre ambos, lo que les dificultaba el desarrollo de sus propias estructuras estatales.

Bajo el dominio otomano, los kurdos gozaban de un nivel relativamente alto de autonomía: los diversos principados kurdos tenían sus propias autoridades y podían seguir sus propias políticas internas, siempre que fueran leales al Sultán.

En el siglo XIX, sin embargo, la situación empezó a cambiar cuando el Imperio Otomano intentó centralizar sus territorios, lo que provocó numerosas rebeliones y levantamientos kurdos.

El siglo XX: Nuevas fronteras, nuevos retos

Tras la Primera Guerra Mundial y el colapso del Imperio Otomano, los kurdos tuvieron la oportunidad de crear su propio Estado. El Tratado de Sèvres de 1920 preveía la posibilidad de crear un Estado kurdo en el territorio del antiguo Imperio Otomano. Por desgracia, este tratado no se aplicó y fue sustituido por el Tratado de Lausana (1923), que estableció nuevas fronteras en Oriente Próximo sin incluir un Estado kurdo. Como consecuencia, los kurdos quedaron divididos entre Turquía, Irán, Irak y Siria, donde permanecen hasta hoy.

Para los kurdos, este periodo marcó el comienzo de una difícil lucha por el reconocimiento y la preservación de su propia identidad en cuatro países diferentes. Los intentos de conquistar la autonomía o la independencia se toparon con una fuerte represión, especialmente en Turquía e Irán, donde las autoridades aplicaron una política de asimilación y prohibieron el uso de la lengua kurda y la manifestación de distintivos culturales.

Una nación sin Estado pero con una fuerte identidad

La historia moderna de los kurdos es una continuación de sus esfuerzos por la autonomía y el reconocimiento, sobre todo en las zonas de Irak y Siria. En Irak, la región kurda consiguió la autonomía tras la Guerra del Golfo, y una mayor libertad política tras 2003 y el derrocamiento de Sadam Husein. En Siria, como consecuencia de la guerra civil, los kurdos se hicieron con el control del territorio septentrional del país, creando estructuras autónomas, que se convirtieron en un símbolo de su determinación de mantener su propia identidad.

A pesar de la ausencia de un Estado propio, los kurdos mantienen una identidad nacional cohesionada, una rica cultura y una lengua que tiene distintos dialectos, como el kurmanji y el sorani. El empeño de los kurdos por preservar y valorar su patrimonio y su historia es prueba de su perseverancia y sentido de la unidad, que les permiten sobrevivir como nación.

La historia de los kurdos es una compleja historia de supervivencia y de búsqueda de la autodeterminación que aún se está desarrollando. Su destino es un recordatorio de lo fuerte que puede ser la voluntad de preservar la propia identidad, incluso ante condiciones políticas e históricas difíciles.

Fuentes gráficas:

  • <>Dans, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0 , vía Wikimedia Commons
  • Por Enno Lenze – Kurdistan_khanke_DSC03013, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=123860211